jueves, 10 de abril de 2008

Lucidez- Dir Guillermo Arengo- CRITICA

Por Silvia Urite.
http://www.silviauriteteatro.blogspot.com/

Lucidez de Guillermo Arengo“Un rockero que perdiò la satisfacción”- Por Silvia Sànchez UriteYa estamos en el 2008, luego de que la década del 90 fuera el paraíso de las estrellas de rock, algo ha caído, su espectacularidad, su fama; sus musas han derrapado por el callejón. Asì comienza la historia.Un rockero es abandonado por sus compañeros de grupo ante sus excesos que le quitaron lo poco que le quedaba de creatividad. El rock star delira, ve mujeres embarazadas y maltrata a su perro. Pero, por suerte, todo esto no está narrado desde una óptica realista sino desde las alucinaciones de este cantante. Su dedo sufre gigantismo porque ha perdido la inspiración.Cada uno de los otros integrantes: una chica morocha, una rubia y un tipo de anteojos tratan de explicarle por qué se van; él no escucha. Sólo quiere cantar de nuevo. El actor que hace de estrella rolinga despierta carcajadas del convivio, a través del grotesco. La morocha asume la cosmovisión tragicómica de la obra, la rubia es una amargada que sólo desea poseer lo material. El de anteojos tiene una relación ambigua con el rockero estrella, pero igual lo deja. La morocha actúa de pitonisa, anunciando un futuro que veremos en la siguiente escena.Y en la segunda parte de la obra aparece un personaje del que no develaremos su identidad pero que toca el saxo como Woody Allen, y es referido numerosas veces por el protagonista. Este personaje goza de gran teatralidad, lo podemos llamar, en primera instancia “el hombre que fuma”, como aquel personaje de los Expedientes X.¿Por qué la cita de esa serie pop? Porque la obra está construida como un objeto de la cultura popular, pero sin caer en lugares comunes, y mantiene en vilo a la audiencia. Nos reímos ante la sordidez de un personaje intoxicado por cannabis, whisky. Y las contaminadas relaciones con sus (ex) amigos.La escenografìa es vistosa, de un policromado azul que denota sala de grabación o sala de espera. Varias filas de sillas rodean el escenario, van a ser usadas en la última parte, es decir que cumplen su función dramática. El vestuario fija su paleta en los colores pastel y flùo, con efectividad. La iluminación separa varias escenas entre sí y crea misterio. Entre las actuaciones se destacan la del rockero fumado, la de la chica de rosa y la del personaje que fuma.Pero todos forman un todo basado en el grotesco noventista.

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